29 dic 2014

Premios Naranja y Limón 2014

Por fin ha llegado el momento que estabais esperando, hoy conoceremos a los ganadores de:  

¡Los Premios Naranja y Limón del 2014!

Una vez más despido el año malita (cof, cof), la cabeza la tengo como un bombo así que espero no pasar nada importante por alto, o decir alguna barbaridad... El caso es que en Léoen es tradición, además de hacer un resumen de lecturas al finalizar el año, entregar los Premios Naranja a las tres mejores novelas del año, y los Premios Limón a las tres peores. Tanto el 2013 como el 2014 han sido años de sequía lectora. Este año me puse las pilas demasiado tarde, en verano, y al contrario de lo que esperaba, tras el recuento, resulta que he leído incluso menos que el año pasado. ¡Terrible! Entre novelas y cómics hacen un total de 33 libros leídos, que comparados con los 78 del 2012 suponen una minucia.

En cualquier caso, espero que el 2015 venga cargado de buenas lecturas para todos, de cambios positivos y por de la mejor de las suertes. Desde mi pequeño rinconcito os deseo lo mejor para este próximo año.

¿Quiénes serán los afortunados de este año?
TACHAAAAANNN...
Ya os avisé de que estaba malita :(

Premio Limón 2014

Comenzamos con el podio Limón, con las novelas que dejaron en mi paladar lector el sabor más amargo.

3º Puesto. El rapto de la Bella Durmiente, de Anne Rice.
Esta novela, que la archiconocida autora de Entrevista con el vampiro publicó bajo seudónimo, se lleva un merecido tercer puesto por repetitiva y cansina. No deja de ser una novela curiosa, además trata un tema tan morboso como el sadomasoquismo, pero se pasó tres pueblos con los azotes y llegó a aburrirme demasiado. Anne, te ganaste este premio a base de latigazos.

2º Puesto. Grimorio. Las crónicas de Claudia I, de Carlos Santiago Martín.
Con todo el dolor de mi corazón entrego este segundo premio a Grimorio, la primera novela de este escritor madrileño. La novela quedó muy lejos de mis expectativas; tiene una buena base pero le falló el desarrollo, el estilo y la corrección, tres pilares fundamentales. Desde aquí damos un voto de confianza a Carlos, porque estoy convencida de que su próxima novela superará a esta primera obra.

1º Puesto. En el lugar de la Diosa, de P.C. Cast.
Pese a tratarse de una saga romántica con bastantes seguidoras, la primera entrega me dejó helada. Esperaba un libro divertido y me encontré con relleno inútil y una protagonista obsesionada con la higiene personal, la muchacha se baña prácticamente en cada capítulo. Tanta agua me dejó como una pasa así que En el lugar de la Diosa se lleva el Primer Premio Limón.



Premio Naranja 2014

¡Qué emocionante! Aquí llega el Podio Naranja con las tres novelas que más me han hecho disfrutar (He de aclarar que las novelas de Terry Pratchett no entran a concurso, porque sino todos los años el podio lo ocuparía el Maestro).

3º Puesto. Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, de Annabel Pitcher.
El tercer puesto es para esta novela llena de ternura e inocencia, pese a tratar temas tan peliagudos como la muerte de un ser querido. Ha sido la primera novela que me ha hecho llorar, así que se merece de sobra estar en el podio.

2º Puesto. El exorcista, de William Peter Blatty.
Más conocida por su adaptación cinematográfica que por la obra original, es una genialísima novela sobre psicología y las complejidades de la mente, aderezada con misterio y algunas dosis de terror. Ha sido una relectura, El exorcista fue la primera novela para adultos que leí (creo que con 13 o 14 años). Ya me encantó por aquel entonces, pero en esta segunda lectura me ha gustado más si cabe, quizás porque la leí con ojos muy distintos a los de aquella época. 

1º Puesto. La Zona, de Javier Negrete y Juan Miguel Aguilera.
Como no podía ser de otro modo, el primer puesto es para La Zona, una novela que se coló directamente en mi estante de novelas favoritas. Ha sido de lo mejorcito que he leído en mucho tiempo.

¡Felicidades a La Zona por el merecidísimo Premio Naranja de este año!

Pese a que en el recuento también entran las lecturas de cómics, estos no entran dentro de concurso pero sí que me gustaría hacer una mención especial. 


Mejor Cómic del 2014. Vampir, de Joann Sfar.
El protagonista es un vampiro muy especial al que acabé adorando. Son historias cortas, divertidas y repletas de personajes curiosos y entrañables.

¡¡Bieeeeen!!
Un aplauso para todos los ganadores.

Por último, toca resumen de lecturas. Algunos títulos están reseñados así que si os interesa alguno en especial lo podéis consultar en la sección Para leer.

1. Los hombres de Venus ***
2. El rapto de la Bella Durmiente **
3. Los turistas ****
4. Sentido y sensibilidad ****
5. Grimorio. Las Crónicas de Claudia I **
6. El manual de mi mente ****
7. El Oráculo de Éstepal ****
8. El corredor del laberinto ***
9. En el lugar de la Diosa **
10. Mi hermana vive en la repisa de la chimenea *****
11. El libro vampiro ****
12. La canción de Cazarrabo ***
13. La Zona *****
14. Astralis ***
15. ¡Zas! *****
16. Agujero negro ***
17. La cosecha de Samhein ****
19. Realidad aumentada ***
20. Yo, mi, me... Contigo ****
21. Gosht World ****
22. Los 100 ****
23. NonNonba ****
24. El exorcista *****
25. El hombre de arena ****
26. Fausto. Eric *****
27. Alianzas ***
28. Vampirismo ***
29. Robin Hood ****
30. Boneshaker ****
31. Vampir *****
32. El fuego ***
33. Amor y policía ****
34. Reyes de aire y agua ***

Premios Naranja y Limón 2013
Premios Naranja y Limón 2012
Premios Naranja y Limón 2011

22 dic 2014

Ahora sí es Navidad

Por mucho que ciertas grandes superficies se empeñen, la cuenta atrás para Navidad empieza hoy. Ya mismo estaremos cantando villancicos, comiendo turrón del duro con la familia y seguro que a más de uno el barbacas de la panzota les dejará un regalito el día 25.

Así pues, desde La luz de Léoen os deseo que paséis estas fechas lo mejor posible, que dejemos atrás tantos malos rollos y problemas y disfrutemos un poquito, si se puede, de los que nos rodean.


HO-HO-HO
¡FELIZ NAVIDAD!

15 dic 2014

Las profecías de Nostradamus

Hacía mucho que no escribía relatos cortos. Este mes, por suerte, he conseguido llegar a tiempo para participar en el ejercicio mensual de Adictos a la Escritura titulado: ¿Y si fuera...? La premisa era ambientar el relato en una época de la historia universal, o utilizar un personaje histórico como protagonista. Me he dado cuenta de que, aparte de estar oxidada en cuanto a relatos cortos se refiere, soy incapaz de escribir nada que no tenga al menos un puntito fantasioso. Quizás por eso elegí a Michel de Nôtre-Dame (más conocido como Nostradamus) de protagonista. Lo primero que me planteé cuando lo elegí fue de dónde vendrían esas visiones que dieron lugar a sus archiconocidas profecías. Tras mucho investigar sobre su vida y obra, encontré el momento adecuado donde ubicar mi idea. El resultado os lo dejo a continuación, no es que esté muy contenta con él pero al menos ha estado bien para calentar motores (que es lo que se pretende con los ejercicios de Adictos).


 
Las profecías de Nostradamus

Una hoja en blanco espera sobre mi escritorio, aguardando con impaciencia a que me decida. En realidad tomé la decisión hace años, es solo que el miedo aún reprime mi pluma. Tengo claro mi cometido pero la sombra de la Inquisición me persigue porque sé lo complicado que es huir de esos demonios con piel de hombre. Sin embargo, la gente tiene derecho a saber lo que el destino nos tiene deparado.
      Fue durante uno de mis viajes, en Grecia, cuando sucedió. Corría el año 1540 y, a pesar de que hacía poco había perdido a mi familia por la peste negra, quise prestar mis servicios como médico a un amigo que solicitó mi ayuda. Había recogido a un enfermo en su casa y no sabía qué hacer con él. Poco pude averiguar sobre el paciente pues mi amigo no quería dar detalles. Pensé que quizás fuera un familiar lejano o que lo ataba algún tipo de deuda a ese hombre. La cuestión es que me había llamado porque temía que se tratase de un caso de peste, quizás por la fiebre tan alta, pero luego de examinarlo descarté que se hubiera contagiado. Deliraba inconsciente y, entre convulsiones, tosía esputos sanguinolentos; lo que me hizo descartar la peste fueron los moratones y las costillas rotas. Ese hombre había sufrido un accidente y la fiebre se debía a una infección interna.
      Sobre este asunto, mi amigo solo me contó que lo había encontrado esa misma noche, sin aclarar dónde o en qué condiciones. Estaba muy nervioso y por alguna razón no quería contarme los hechos, de modo que no insistí. Sea como fuere mi paciente estaba sentenciado. Poco podía hacer por él salvo aliviarle el dolor para que sus últimas horas fueran más llevaderas.
      Eso mismo fue lo que hice, cuando conseguí que mi amigo saliera de la habitación y nos dejase solos.
     Pese a la piel acerada y las facciones demacradas, el rostro que dormitaba sobre la almohada era el de un muchacho. Quizás tuviera quince o dieciséis años, aunque tal vez me equivocaba porque su pelo era tan blanco como una nevada. Las canas, empapadas de sudor, tenían un brillo extraño que recordaba al reflejo de la plata, más que al cabello amarillento de los ancianos. En esas condiciones poco podía deducir sobre mi paciente, incluso habían quemado su ropa por miedo al contagio. Mas mi amigo dejó olvidados un par de zapatos, tirados en un rincón como dos curiosidades extraviadas. Bajo el barro se distinguía una forma blanca, cruzada por tres franjas azules que descansaban en la suela más gruesa que había visto jamás. Me acerqué para verlos de cerca y al coger uno sentí el tacto suave del cuero blanco, mientras que la textura rugosa de la suela resultó una novedad para mis dedos. Bajo los cordones había una lengüeta con tres pétalos dibujados y una inscripción que apenas podía distinguir bajo la mugre. Raspé la tierra seca y unas letras azules, perfectamente perfiladas, formaron la palabra “adidas”. Para mí carecía de significado: tal vez fuera el nombre del muchacho, o el pueblo de donde procedía.
      Enseguida dejé de lado las conjeturas, mi paciente había despertado de forma súbita. Corrí hasta la cama y desde abajo un par de ojos azules me miraron aterrados. Podría haber sido la proximidad de la muerte por lo que los ojos del muchacho transmitían esa desesperación tan estremecedora, pero enseguida supe que no era el miedo a morir lo que atormentaba a mi paciente. El joven intentó balbucear. Quizás quería decirme algo importante pero estaba tan débil que apenas tenía fuerzas para respirar. Alargó pues una mano temblorosa y suplicante.
      Podría jurar que la habitación cambió de repente: las sombras se tragaron los muebles, las paredes, el suelo, lo único que quedó a la vista fue la mano blanquecina extendida hacia mí. Tal vez porque necesitaba aferrarme a algo, la toqué.
      Entonces fue cuando sucedió.
    La versión oficial fue que sufrí un desmayo. La verdad, sin embargo, solo la conozco yo y el alma de aquel muchacho. Adidas murió antes de que amaneciese y todavía, después de diez años, no he averiguado quién era, de dónde venía o de cuándo. Quizás nunca lo haga. Fuera quien fuese me dejó un gran legado pues cuando toqué su mano me reveló el destino de los hombres; desde los hechos más nimios hasta los acontecimientos más relevantes: plagas, guerras, desastres naturales y desgracias que en años venideros azotarían la Tierra. Desde entonces conozco nuestro sino hasta que el hombre agote su tiempo, hasta el momento del fin del mundo.
      He de contar lo que sé, por el joven desconocido que confío en mí y por la humanidad. Así, quizás, el hombre sea capaz de cambiar su suerte. Lo haré a través de mis letras. Ese será mi legado, el legado de Nostradamus, que comienza con una hoja en blanco.

9 dic 2014

Malditas SAGAS

Es un hecho que el género fantástico (entre otros tantos que se han sumado al carro) suele editarse en packs de tres o más libros. Hablo de las temidas sagas. Y digo temidas porque últimamente solo leo quejas, como si de repente a los lectores les dieran pánico, o reparo, las novelas contadas en más de un volumen.


Es indudable que para una editorial, una saga bien llevada puede ser un filón, porque no es lo mismo vender miles de ejemplares de un solo libro que de tres (multiplica y lo entenderás). El mercado editorial es muy caprichoso y está siempre condicionado por las tendencias. La premisa es que si algo triunfa por qué no repetirlo hasta la saciedad. Es por esto que hace unos años nos atiborraron de vampiros, ahora nos empalagan con zombis y nos someten repetidamente con el sadomasoquismo más light. Cada género tiene sus normas y parece ser que la característica de obligatorio cumplimiento en lo juvenil y fantástico (incluida la Ciencia Ficción con la etiqueta de Distopía) es que debe editarse en varios libros.


Llegados a este punto los lectores tenemos dos opciones cuando terminamos un libro y resulta inconcluso: 

A) Seguir coleccionando la serie, porque puedo morir si no me entero cómo termina.

B) Mandarlo a freír monas, porque ya me aburrió lo suficiente el primer libro como para seguir leyendo lo mismo durante dos tomos más.

C) A y B se darían en el caso de que la editorial responsable no haga la faena de cortar la serie a la mitad, porque no vendió lo suficiente y para qué vamos a publicar el resto de libros.

Sea como sea, la imposición de cualquier norma tiene sus consecuencias, que en este caso se notan, y mucho, en lo que leemos. Lo habitual es encontrarnos con:

- Historias forzosamente largas.
-Libros intermedios injustificados.
-Relleno hasta decir basta.
-Presentaciones de más de trescientas páginas, nudos insípidos que no cuentan nada y finales abruptos.
-Un mayor desembolso.
-Decepción y sensación de estafa.
-Abandono de sagas a la mitad por parte de los lectores.
-Pirateo.

En definitiva, esta vorágine lo único que nos deja son historias mal contadas, en su mayoría, que de haberlas resumido en un solo libro podrían haber llegado a ser infinitamente más acertadas.

Por desgracia también repercute en los autores y perjudica seriamente a las historias que de verdad necesitan ser contadas en varios libros. Porque seamos lógicos, ¿quién va a comprar una novela de 1.200 páginas de un autor novel o desconocido? Lo cierto es que entre tantas propuestas fallidas siempre hay sagas que merecen la pena, que son buenas. Eso no quita que las editoriales, aunque no lo creáis por cómo están los estantes de las librerías, sean cada vez más reticentes a la hora de publicar series (a menos que sean éxitos importados del extranjero). 


Por mi parte, pienso que lo que motiva esta actual aversión por las sagas, aparte del factor económico, es la gran cantidad de series descaradamente forzadas (y malas) que saturan el mercado. Porque hay algo que TODOS los lectores tenemos muy claro, cuando un libro es bueno siempre sabe a poco.


¿Qué opináis vosotros?
Sagas Sí, por favor. / Sagas NO, gracias.

2 dic 2014

Para leer: Alianzas. Cuentos de la luna llena, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual


Alianzas es uno de esos libros capaces de levantar pasiones gracias a una portada llamativa y, cómo no, una sinopsis atractiva para los amantes de los cuentos. Me llamó la atención en cuanto la vi, transmite buenas vibraciones, así que le hice un hueco en mi lista de lecturas.

Si hay algo que las autoras dejan claro desde el prólogo es que Alianzas NO es un cuento. Los cuentos siempre tienen finales felices pero en la vida real pocas veces acabamos comiendo perdices. Lo mismo les ocurre a los protagonistas de Alianzas, que pese a ser príncipes y princesas sus destinos son poco esperanzadores. Sobre todo si hablamos de un escenario en guerra, de luchas interminables entre feéricos y humanos y relaciones tensas entre reinos. Es una pena que el conflicto quede relegado a un último plano, la guerra es un mero marco donde se mueven los personajes, cada cual representante de un reino.

Quizás el gran acierto de Alianzas sea la narración en primera persona: feéricos, elfos, hechiceros y humanos relatan su experiencia con voz propia. Fay es una princesa elfa resignada con su futura boda concertada con el príncipe Seaben, el hijo de la temida reina de los feéricos. Es del tipo de princesas que no tosen por no molestar mientras que su prima, Eirene, cambia los vestidos y las joyas por pantalones y un arco en cuanto se le antoja. Supongo que es inevitable acordarse de Sansa y Arya Stark, salvando las distancias. Luego están los personajes masculinos que, al igual que sucede con las féminas, son diametralmente opuestos. Seaben es serio y frío, un príncipe acostumbrado a luchar en la guerra (aunque no demuestra su maestría en ningún momento de la novela), mientras que Drake es un trovador que regala canciones y sueños. Cada cual soporta sus propios roles, por otro lado tan típicos que una vez cerré el libro se desvanecieron en el pozo del olvido (me suele ocurrir cuando un personaje no tiene alguna característica especialmente reseñable, cuestión absolutamente subjetiva, claro está). Los escasos secundarios, por su parte, apoyan o fastidian -según su papel- a los protagonistas.

Alianzas es una novela que cuenta con unas seiscientas veinte páginas. Es una historia muy larga y siempre que comienzo una obra tan voluminosa me asalta la duda sobre cuántas dosis de relleno voy a encontrar (de tales menesteres podríamos debatir largo y tendido con el señor R. R. Martin y su Festín de cuervos, ¿no os parece?). La cuestión es que Cuentos de la luna llena podría haberse resumido a la mitad si los protagonistas no volvieran una y otra vez sobre los mismos temas-inquietudes-miedos-traumas del pasado-etc... Teniendo presente que los acontecimientos tampoco son apabullantes ni numerosos, la extensión de la novela me pareció excesiva y la narración lenta. También contribuye a esto las parrafadas entre diálogos que en ciertos momentos me hicieron perder el hilo de alguna que otra conversación. Con todo, resulta extraño que haya tan pocas descripciones en general; sobre la ambientación, por ejemplo, nos cuentan lo imprescindible.

He de admitir que soy fan de las historias trepidantes que te dejan sin respiración, además de adicta a las narraciones contundentes. Quizás por esto en ciertos momentos Alianzas me llegó a desesperar porque, aparte de ser repetitiva, la historia se va desarrollando con demasiada calma. ¡Pero que nos quiten lo bailao!, hablamos de una novela escrita a dos plumas cuyo resultado es impecable. En ningún momento hay cambios bruscos, ni tampoco diferencias reseñables entre escenas o capítulos. Aparte no hay que desmerecer el estilo delicado y poético del que hacen gala ambas autoras.

En Alianzas encontraréis, por mucho que las autoras lo nieguen, un cuento sin final pues se trata de una saga. Habrá que esperar para saber si la historia de Fay o el triángulo amoroso entre Eirene, Seaben y Drake tendrán un final feliz. Lo que no encontraréis, al menos en esta primera parte, son batallas épicas ni luchas a espada (aunque alguna que otra habría estado bien).

El gatito Baldomero dice:
Es un cuento largo y entretenido.
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